martes, 24 de abril de 2012

Matrimonio en crisis

¿Por qué hablar de matrimonio en crisis o crisis matrimonial? ¿A qué se deben esas crisis? ¿Qué podemos hacer para enfrentarlas y solucionarlas?

     Tener desacuerdos en una pareja, en un matrimonio, parece ser algo propio a dicha unión. Claro que, como todo acuerdo, al pasar el tiempo suele desvanecerse el brillo, el entusiasmo, la paciencia, y pasan a tener un rol fundamental, la rutina, el desamor, el desgano y otras actitudes, tan diversas como personas hay en la tierra.

     El hombre falla a sus compromisos; la mujer siente que ya no es tan importante en la vida de aquél.

     En las últimas décadas del siglo XX, numerosas de estas diferencias fueron zanjadas con el divorcio. Aunque este recurso legal no es una panacea. Muchos de quienes eligieron esta solución para sus desavenencias, han llevado sus mismas actitudes y enojos dentro de la nueva pareja.

     Especialistas en crisis matrimoniales aseguran que, mejorar la relación entre el marido y la esposa, es la clave para salvar un matrimonio, incluso aquéllos que se consideran “insalvables”.

     Pero hay algo básico a tener en cuenta: ambos deben desear salvar la relación, no basta que sea uno el que realice todo el esfuerzo.

     Como parte de un curso de educación matrimonial, se ofrecen algunos consejos que pueden ponerse en práctica cuando la pareja toma conciencia de que algo está fallando, o cuando creen que su relación –ya en crisis- puede volver a ser auténtica como en sus inicios.

     He aquí algunos consejos para salvar un matrimonio en crisis:

  • Elijan un profesional con el cual ambos estén cómodos, que les inspire confianza y respeto, pues será quien les ayudará a encausar esa menoscabada relación.
  • Aprendan a escuchar al otro. Esto resulta difícil al comienzo, pero se debe tener en cuenta que a la mayoría de las personas nos gusta, deseamos, ser escuchada. “Luego que hayas terminado de dar tu argumentación, tu parecer o idea, recién allí y no antes, voy a darte mi opinión”.
  • Ambos deben admitir su responsabilidad en el conflicto. Esta es una pieza clave, de lo contrario no podrán avanzar hacia la solución. Tu pareja no es “adivino”. No esperes que él deba suponer de antemano lo que te ocurre a ti. Debes hablar con tu cónyuge, y esforzarte por crear el ambiente propicio y momento para hacerlo.
  • Renovar su compromiso con el amor, antes que el amor regrese. Pueden haber sucedido hechos considerados “terribles” por uno de los cónyuges, que hacen que el otro decida dar un portazo y pedirle la separación o divorcio (accidentes con mutilación, infidelidad, alejamiento transitorio por trabajo o estudios, etc.). Si ya han llegado a ese instante, escondan sus rencores, renueven su compromiso con el amor y verán que todo puede cambiar.
  • Si el trabajo, profesión u actividad, de ambos, va tomando más horas de las normales de sus vidas, es tiempo de replantearse si esas actividades son vitales para la subsistencia del matrimonio. Quizás abandonar una, o elegir otra con menos ingresos, pero que les permita estar más tiempo juntos y en el hogar, puede ayudar en mucho a salvar un matrimonio.
  • Si ustedes son los de los que se tiran objetos por la cabeza y discuten airadamente, cálmense, peleen limpiamente. Es raro encontrar un matrimonio sin conflictos, sin desacuerdos, pero lo bueno está en que ambos pueden adquirir las destrezas apropiadas para zanjarlos.
  • Si tu cónyuge te ha sido infiel, y si ha reconocido el error que cometió y el daño que te causó, dale tiempo. El perdón no suele manifestarse de la noche a la mañana. Si tú eres el infiel, o la infiel, debes hacer hasta lo imposible para que tu cónyuge pueda confiar en ti nuevamente. Cumple con las citas, llámalo/a cuando creas que puede necesitarte, avísale cuando vayas a llegar tarde, esfuérzate por hacer aquello que te resultó siempre difícil “porque le correspondía a él/ella”, sácalo/a a bailar, etc. Ten la paciencia necesaria para reconquistarlo/a.

Imagen de: ritmoromantica.com