No todo está perdido
El editorial de apertura del programa "Antes que sea tarde", que se difunde de lunes a viernes desde las 9 horas por LT10 Radio de la Universidad Nacional del Litoral de Santa Fe, mencionó los esfuerzos que hace un joven de aquella ciudad para llegar a "ser una persona importante" y "triunfar" en la vida. Su autor y a la vez conductor del programa mencionado es el periodista Miguel Cello.
Por la relevancia de su contenido es que decidimos compartirlo con todos ustedes. Aquí está.
"Editorial de jueves 05 de septiembre de 2013
'Quién dijo que todo está perdido', reza la canción de Fito Páez. Ése que escribía poesía, profunda, bella, comprometida, ese que se metió en la “cortada” de las contradicciones y no lo he podido volver a ver ni a escuchar. Yo sigo convencido que hay mucho para mostrar, para decir, para seguir creyendo que se puede construir un futuro mejor, para todos. Hace unos días aparecía en el Diario El Litoral de nuestra capital, una nota escrita por Mariela Goy que me emocionó. Se trata de la historia de un joven de 22 años llamado Leonardo Leguizamón que vive en una vivienda precaria de dos habitaciones en el barrio Cabal de esta ciudad.
Tiene una mujer de 18 años y un hijo de 2. De oficio albañil. Dice la nota que tiene un sueño, “ser una persona importante” y para eso estudia. Leonardo cursa el primer año del Profesorado de Matemática en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad Nacional del Litoral (UNL). Se levanta a las 7.30 de la mañana y vuelve a su hogar por la noche, tras una hora de viaje en colectivo. Gracias a una beca que le dio la propia universidad, cobra $1.600 por mes a cambio de trabajar 20 horas semanales en la fotocopiadora de la facultad. Son 4 horas por día de trabajo que se suman a otras 4 horas de cursado obligatorio. “La matemática nunca me costó, es lo que más fácil me resulta. Cuando estaba en 4º grado de la primaria Camila Ballarini del barrio Cabal, nos vino a hablar alguien que había hecho una carrera universitaria y, desde ahí, siempre me quedaron las ganas de ir a la facultad, desde pibe”, confiesa en la nota aparecida en el vespertino local.
Ese sueño quedó postergado cuando, al terminar el secundario, su novia quedó embarazada. Le sobrevino entonces esa vida que es por demás de conocida en el barrio: debió dedicarse de lleno a la albañilería para proveer a su familia. Pero la idea de seguir una carrera universitaria le seguía dando vueltas por la cabeza y este año se inscribió, consiguió la beca y cada día se repite a sí mismo que el esfuerzo valdrá la pena. “Hay que animarse a estudiar porque al final habrá una recompensa. Como le digo a mi señora: es un sacrificio que estamos sufriendo ahora, pero que más adelante va a servir para darle a nuestro hijo un futuro muy diferente”, expresa Leonardo en esta excelente y movilizadora nota escrita por Mariela. La pregunta que me hago es ¿De cuántos “Leonardos” nos estamos privando? ¿A cuántos “Leonardos” estamos dejando en el camino? ¿Cuántos quieren y no pueden? ¿Cuántos pueden y no quieren?
Nos interpela esta historia. Nos debe hacer reflexionar sobre la educación como elemento liberador, movilizador y base, de una sociedad más justa y digna. Y sobre todo sobre las políticas que se están aplicando. Más allá de los esfuerzos que cada una de las jurisdicciones involucradas realiza, Nación, Provincia, Municipio, es evidente que no alcanza, que son muchos los que quedan en el camino, que son muchos también los que ni siquiera pasan la primaria. Leonardo Leguizamón es un ejemplo pero lamentablemente, por ahora, una excepción".
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