Bruce Bliven escribió para Selecciones del Reader’s Digest un artículo sobre el educador y psicólogo William James (1), y ha incluido en ella algunas de las muchas observaciones que debemos tener en cuenta a la hora de conocer el mundo íntimo que todos habitamos.
Se trata de la semblanza y obra de una persona que estuvo al borde mismo de la muerte, por depresión o por su debilitada salud. No obstante, poniendo en práctica sus ideas venció esos impedimentos y se irguió como una de los pilares más importantes dentro del campo de la psicología.
“Ningún hombre de ciencia nos ha dejado tantas advertencias prácticas respecto a cómo aprovechar mejor nuestra vida, cómo usar nuestras energías constructivamente, cómo llegar a ser en nuestro trabajo productivos y creadores. (…) Nosotros los modernos buscamos tan a menudo la ayuda del psiquiatra, que tal vez hayamos olvidado lo mucho que nos podemos ayudar nosotros mismos”.
Hemos traído para ti los párrafos más sobresalientes de ese artículo publicado hace más de cincuenta años: enero de 1961. Enseñanzas y consejos para perfeccionar nuestra actividad diaria y, sobre todo, modelar nuestro carácter.
“William James fue el fundador de la moderna psicología experimental, un filósofo verdaderamente creador, un gran maestro, más grande todavía como ser humano.
¡Experimentar ¡Explorar! ¡Cambiar! ¡Madurar! Tal es el meollo de su doctrina y también de su propia personalidad; porque durante su vida entera se sintió arrebatado por una insaciable curiosidad de conocer todos los aspectos de la vida humana. Su escuela psicológica exaltaba la confianza en sí mismo y la formación de la personalidad creadora. Aconsejaba reiteradamente a sus amigos que tratasen siempre de hacer algo nuevo: escribir un libro, cruzar el océano, ensayar una nueva ocupación, cambiar su cotidiana rutina. (…)
James se labró su propia personalidad, extraordinariamente exuberante. Siempre fue de salud frágil. Su inquieto progenitor (Henry, acaudalado dilatante, escribió graves tratados de filosofía) le llevó consigo por todos los Estados Unidos y Europa, con lo que no permaneció en la misma escuela por espacio de más de unos meses.
En la adolescencia sufrió períodos de depresión, a veces tan honda que pensó en el suicidio; y, posteriormente, forzó su corazón al extremo tal que a punto estuvo de quedar inválido. En largos lapsos el simple esfuerzo de escribir una carta lo obligaba a meterse en cama el resto del día.
Primera conclusión:
Dominemos las emociones con la acción.
El lector puede fácilmente comprobar por sí mismo uno de los más preciados hallazgos psicológicos realizados por James. Póngase delante de un espejo, apriete los puños, frunza el ceño y enfoque imaginariamente su enojo contra algún individuo por el que sienta fuerte antipatía. Al cabo de un minuto o dos, se sentirá encendido en cólera.
James fue quien descubrió este principio: que las manifestaciones físicas de nuestra emoción intensifican enormemente la emoción misma. La razón para ello es en parte fisiológica. Cuando uno cierra los puños su cerebro recibe automáticamente de las manos señales que le dicen: ‘La situación es tirante. Prepárate a la lucha’. Cuando uno llora o ríe, su cerebro recibe señales de tristeza o alegría de sus músculos faciales. Así pues, las cosas que uno hace ayudan a determinar de qué manera siente. Uno se encoleriza, en parte al menos, a causa de que descarga un golpe; está triste, en parte a causa de que llora; tiene miedo, en parte a causa de que sale corriendo.
Este descubrimiento científico entraña grandes consecuencias prácticas: por la imitación consciente de las actitudes físicas o acciones que acompañan a ciertos estados mentales, podemos, hasta cierto punto, inducir en nosotros tales estados. ‘Para estar contento’, aconseja James, ‘yérguete contento, mira en torno alegremente y condúcete como si la alegría ya te inundara. Para sentirte valiente, obra valientemente, y es muy probable que la emoción del valor remplazará al sentimiento del miedo”.
(1) Psicólogo y filósofo. Nació el 11 de enero de 1842 en Nueva York, murió en Chocoroua, New Hampshire, (EE.UU.) el 26 de agosto de 1910.
Bruce Bliven, “Cada uno modela su propio carácter”, en Selecciones del Reader’s Digest, tomo XLI, número 242, enero de 1961.
Continúa en "El carácter" (segunda parte)
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